UNA PRIMERA VUELTA PARA OLVIDAR
El Alicante tendrá que mejorar sus números en la segunda vuelta de la Liga de Segunda División para no consumar un descenso al que parece abocado tras una primera mitad del torneo en que sólo logró tres victorias y vivió en un continuo clima de convulsión con hasta cuatro cambios de entrenador.
El reencuentro del Alicante con la Segunda División después de más de cincuenta años no ha podido resultar más desastroso para una entidad que pretendía asentarse en el fútbol profesional español después de haber sido por méritos propios uno de los mejores equipos de Segunda B en el último lustro.
El Alicante ha concluido la primera vuelta con un balance de tres victorias (Eibar, Hércules y Sevilla Atlético), seis empates (Castellón, Gimnàstic, Celta, Elche, Córdoba y Rayo Vallecano) y doce derrotas (Xerez, Girona, Tenerife, Huesca, Albacete, Salamanca, Levante, Real Sociedad, Las Palmas, Zaragoza, Murcia y Alavés).
La crónica de la primera vuelta del Alicante se resume más en lo que sucedió en los despachos que sobre el terreno de juego y eso es el principal motivo de que el Alicante ocupe la penúltima plaza de la tabla con sólo quince puntos, a ocho de la zona de permanencia, que marca el Alavés.
Los problemas en la confección de la plantilla -Manolo Jiménez se incorporó como director deportivo con el equipo medio hecho- y los económicos -retraso en el pago a futbolistas- han sido un duro caballo de batalla al que el club ha tenido que hacer frente y que han marcado también la trayectoria deportiva del equipo.
Tras haberse disputado solo siete jornadas de Liga, el técnico José Carlos Granero -el que lograra el ascenso a Segunda en la temporada anterior- fue destituido tras haber sumado cinco de los 21 puntos en juego.
Le sustituyó el que era su ayudante, Asier Garitano, al que destituyeron después de sumar dos empates ante Celta y Elche a domicilio y perder en el estadio Rico Pérez contra el Albacete.
Entonces llegó Nino Lema al banquillo, una nueva víctima del caos organizativo del Alicante. El preparador gallego sólo dirigió al equipo en cinco partidos -dos empates y tres derrotas- antes de que el presidente Juan Antonio Iniesta decidiera que el tenía que ser el entrenador era el propio director deportivo, Manolo Jiménez.
Jiménez aún duró menos: dos partidos. Dos derrotas cosechó el técnico extremeño, a quien, sin embargo, le crucificaron unas declaraciones en las que, especialmente, sacaba a la luz las penurias económicas de la entidad.
Fue entonces cuando el Alicante volvió a pensar en Granero. En un movimiento poco habitual dentro del fútbol, el club recuperó al que había sido el primer entrenador de la temporada, con el que la plantilla volvió a gozar de cierta tranquilidad en el trabajo.
Tras trece jornadas sin ganar, el Alicante rompió la racha en el derbi frente al Hércules y en la última jornada de la primera vuelta sumó un nuevo triunfo contra el Sevilla Atlético.
El club parece haber recuperado cierta tranquilidad, aunque lo cierto es que el futuro deportivo sigue siendo muy negro y no todos los jugadores están implicados en el trabajo del equipo y han protagonizado salidas frustradas hacia otros equipos -Abel Buades- o no acaban de entrar en los planes de Granero pese a que en su día llegaron para ser piezas importantes en la plantilla.
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